La terapia Gestalt tiene como objetivo principal que la persona se dé cuenta, que tome consciencia de todo aquello que siente, puesto que se considera que de esta manera el individuo podrá desarrollar plenamente sus potencialidades y ser más auténtico.
Esta línea de trabajo se basa en la percepción de la realidad por parte del paciente y defiende el valor de la experiencia vivida sobre cualquier racionalización, del “aquí y ahora” y de la responsabilidad que tiene la persona de su propia vida, por lo que se define como una aproximación experiencial y existencial.
Esta corriente terapéutica toma una perspectiva holística e integradora, teniendo muy presente que “el todo es más que la suma de sus partes”, y que existen continuas interrelaciones entre ellas. Esta premisa básica queda reflejada en el énfasis puesto en las continuas interacciones del individuo con su medio, y en cómo se destacan las interrelaciones de las distintas facetas distinguibles dentro del organismo: lo físico, lo emocional, lo racional, lo social e incluso lo espiritual.
El objetivo de la terapia no se limita en exclusiva al tratamiento de pacientes con problemas psicológicos sino a potenciar el desarrollo personal de cualquier ser humano, acentuando así, su carácter tanto preventivo como de desarrollo personal.